En mi trabajo tengo demasiado tiempo para evadirme y pensar en mis cosas. Se me ocurren mil ideas estrambóticas dónde se puede sacar material para escribir una historia, y la semana pasada decidí que quizás había llegado el momento de hacer algo con aquellas ideas. Son ideas estúpidas, simples o complejas, pero que no dan como para escribir algo realmente largo sobre ellas. Así que pensé que sería buena idea exponerlas como micro-relatos. Algo parecido como aquellas pequeñas historias de terror que nos contaban cuando eramos niños o que podíamos ver en la ya extinta serie de televisión "Pesadillas". Lo cierto es que el concepto de micro-relato siempre me ha gustado y he decidido impulsarlo aquí, en El Despiporre.
Es un tópico, pero espero que disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo.
El Asesino
de Spoilers
En la calle Heisenberg se encuentra el edificio más importante del
Estado, más incluso que el Parlamento, el Tribunal Supremo o la Casa Real. Sin
él y su vital función el país entraría en un caos inimaginable en el que
reinaría la anarquía y el descontrol más absoluto. Dicho edificio se encarga de
la regulación de spoilers y su principal función es velar para que a ningún
ciudadano le sea destripado el final de ninguna historia. Sin embargo el Estado
no tiene poder para impedir que una persona hable sobre acontecimientos futuros
de una historia a una persona que los desconoce, así pues su función se ve
reducida a la de castigo.
El edificio se encarga de responder a las denuncias que hacen los
ciudadanos que han sido víctimas de un spoiler, pero muy a su pesar en la
mayoría de ocasiones es muy difícil de probar haber sido víctima de un spoiler.
Teniendo en cuenta que la pena por cometer dicho crimen varía entre 5 meses a 7
años de cárcel dependiendo de la gravedad e intencionalidad del spoiler los
juicios acaban degenerando en un proceso largo y frustrante para el
denunciante. Y aún así hay víctimas que encuentran la pena insatisfactoria y
desean que el agresor pague con la misma moneda.
Para su fortuna existe una persona que actúa fuera de la ley. Alguien
cuyos conocimientos en historias de ficción de todo tipo parece no albergar
limites, un hombre que entiende el dolor y la impotencia de aquellas personas
que han sido víctimas de conocer la muerte de su personaje favorito antes de lo
debido y no encuentran consuelo en la justicia. Un justiciero en la sombra que
hace pagar a aquellos que se han atrevido a hablar de lo que no debían ante la
gente equivocada. Le llaman: el Asesino de Spoilers.
Irónicamente su despacho se encuentra en el mismo edificio dedicado a
la regulación de spoilers. Es algo sabido por todos, pero nadie conoce dónde está
exactamente. Se dice que sólo las personas que realmente necesitan de sus
servicios son capaces de encontrar su despacho. Julia es una de ellas y está a
punto de encontrarlo.
Su decisión menguó en cuanto se subió al ascensor, no estaba segura de
hacia dónde se dirigía, pero si alguien la descubría podría meterse en graves
problemas. Entró en el ascensor ocupado ya por tres personas, las cuales supuso
por la manera de vestir que debían ser funcionarios que trabajaban allí. No
pulsó ningún botón puesto que no sabía dónde tenía que ir. El ascensor se
detuvo en la primera planta. Salieron dos personas y entraron otras tres, una
de ellas pulsó el botón del tercer piso. El ascensor volvió a detenerse, esta vez
en la segunda planta. Nadie salió. Finalmente el ascensor llegó a la tercera
planta y Julia se quedó sola dentro del ascensor. Titubeó ante el panel de
botones del ascensor hasta que un hombre bajito se acerco a ella.
-Perdone, ¿se ha perdido?
Julia no supo que responder, cada vez estaba más nerviosa, así que se
limitó a asentir. Parecía un hombre amable ¿Debía preguntarle a él sobre el
famoso despacho del Asesino de Spoilers? No, aquello sería una insensatez.
Aunque formulase la pregunta sólo como una curiosidad no le responderían con la
verdad. En el caso de que la supieran.
-¿Ha venido quizás a hacer una denuncia?- le preguntó aquel hombre.
-Sí.- respondía Julia rápidamente.
-En ese caso se ha equivocado de planta.- dijo el hombre con una
risita estúpida. –Es en la planta baja dónde usted debe dirigirse.
Julia agradeció la información al hombre y se giró para entrar
nuevamente al ascensor cuando una mano la cogió de repente del brazo.
-No has venido a hacer una denuncia.- Dijo una voz de mujer joven detrás
de ella.
Julia se giró y vio a una chica preciosa que no debía pasar la
veintena de años. Llevaba el pelo recogido y un traje ajustado, pero su mirada
y su presencia no tenían nada que ver con la de aquel lugar.
-¿Co-Como lo sabe?
-Entre en el ascensor.
Julia obedeció, aunque había algo en su voz que la ponía aún más
nerviosa, parecía carecer de cualquier emoción. Una vez dentro del ascensor la
chica pulsó rápidamente todos los botones de forma desordenada, pero no
aleatoria puesto que tras pulsar el último botón una luz verde se encendió
dentro del ascensor. Las puertas se cerraron y para sorpresa de Julia el
ascensor no descendió, ni tampoco ascendió, sino que se movió hacia la
izquierda. El corazón de Julia latía cada vez más deprisa, ¿podía ser que aquella
chica fuera…?
-¿Usted…?- empezó a formular.
-No.- la cortó de forma tajante.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron ante un pasillo oscuro
que parecía no tener fin.
-Pero está usted a punto de conocerle.- le dijo.
El tono de voz de aquella chica había cambiado radicalmente. La que
antes hablaba de forma brusca como un autómata había pasado a tener un tono más
alegre y jovial. Julia siguió a aquella desconocida a través del pasillo en el
que pudo ver varias puertas a ambos lados con pequeños rótulos en los que se
leían cosas como: Películas, Libros, Historias populares, Videojuegos, entre
otros.
El pasillo parecía no llegar a su fin y las habitaciones ya habían
pasado de la docena. Finalmente llegaron ante una puerta que en vez de rótulo
tenía un número, el 53. La joven abrió la puerta con llave y una repentina
ráfaga de luz hizo que Julia tuviera que cerrar los ojos durante un momento.
Delante de si tenía una enorme sala de estar de estilo moderno con un enorme
ventanal por el que entraba la luz del día. Definitivamente aquella estructura
no tenía ninguna lógica. El edificio no era la suficientemente grande para
albergar aquel pasillo tan largo y no guardaba ninguna relación estructural con
la planta en la que se suponía que estaba.
Pero sin embargo el ambiente relajante de aquella sala de estar en
comparación con el pasadizo claustrofóbico en el que acababa de estar hizo
sentirla menos preocupada de lo que debía estar.
La chica que la había traído hasta allí llamó a una puerta que había
en la sala y entró. No alcanzó a oír nada de lo que dijo allí dentro hasta que
le dijo que podía pasar.
La habitación se trataba de un despacho menos iluminado que la sala de
estar pero igual de relajante. Una enorme mesa presidía aquel despacho decorado
con retratos de personas que no conseguía reconocer, un cuadro dónde salían escaleras mecánicas
cruzándose entre sí y perdiéndose en la nada, otro en el que solo se veían unos
ojos de felino con una enorme boca sonriente en un fondo negro y finalmente un
cuadro de un gato con sombrero fumando en pipa.
Detrás del escritorio había un hombre con sombrero y gabardina, los
pies sobre la mesa y fumando un cigarrillo. El sombrero le ocultaba el rostro
desde dónde Julia se encontraba.
-Me buscaba y por eso me ha encontrado.-dijo el hombre. Tenía una voz
grave y castigada. –Ya sabe quién soy yo, puesto que ha venido hasta aquí por
mí. ¿Pero quién es usted?
-Julia…
El hombre levantó una mano para cortarla antes de que pudiera seguir.
-Julia está bien. No necesito apellidos, no me gustan, y usted de
momento me está agradando, así que mejor no estropearlo.
-Siéntese, por favor.- le dijo tras una breve pausa para expulsar el
humo.
Julia obedeció y se puso tensa al descubrir una horrorosa cicatriz que
cubría el lado izquierdo de la cara de aquel hombre y que parecía querer
devorarle el ojo. El hombre lo notó.
-¿Le asusta mi cicatriz?
-No.- contestó sin titubear.
-Hace bien, puesto que lo que debería asustarla es lo que me la hizo.-
el hombre rió entre dientes mientras tenía aún su cigarro en la boca.
–Tranquila, no la aburriré con eso, usted ha venido hasta mí porque necesita
algo. Todos los que han venido hasta aquí han pedido venganza, ¿será usted
diferente?
-No.
El hombre volvió a reír.
-Por supuesto. Las personas solo traspasan la ley por dos motivos, por
codicia o por venganza, y los codiciosos no vienen nunca a visitarme.
-No lo soporto más.- estalló –Al principio parecía una persona
agradable, pero se ha convertido en un acosador, ¡Y encima hipster!
-¡Hipster!- escupió la palabra y su rostro se endureció como si el
mero hecho de oírla le causara un dolor inimaginable. Cerró el puño apagando el
cigarro dentro de él con fuerza y lo abrió para dejarlo caer hecho un amasijo
dentro del cenicero. –Cuénteme más.
-Lo conocí en la FNAC. Al principio, tal y como le he dicho, parecía
ser muy agradable. Compartíamos nuestro gusto por el cine y manteníamos largas
conversaciones sobre eso. Algunas veces incluso quedábamos para ver series
juntos, pero un día se puso gafas de pasta sin cristales y allí empezó todo. Le
pregunté porque hacía eso, que era peligroso y podía convertirse en un capullo,
pero él me respondía que no pasaba nada, que él controlaba. Pero poco a poco…-
Julia hizo una pausa para coger aire, empezaba a quebrarse.
-Tranquila.-le dijo -Rebeca tráele un vaso de agua.
-Poco a poco empezó a hacer cosas cada vez más extrañas. Entrabamos en
la panadería del pueblo y le pedía a la dependienta muffins y brownies. ¡Eran
unas magdalenas y un bizcocho, por el amor de Dios!
Rebeca le dejó un vaso de agua enfrente de ella y se lo bebió.
-Hablaba sobre grupos de música que no conocía nadie y según él hacían
música experimental. Cuando me pasó una canción… ¡Dios! Era como escuchar una
docena de gatos siendo atropellados por una manada de elefantes drogados. Y por
si fuera poco cuando le dije de volver a ver El Padrino juntos me dijo que él pasaba de esa mierda comercial, y
empezó a darme una lista de títulos de cine independiente que son imposible de
encontrar en ningún lado.
-Es horrible.
-Cada día me enviaba mensajes diciéndome que mirara tal serie y tal
otra. Cada día una diferente y para él todas eran soberbias. No daba abasto y
siempre me preguntaba si las había visto y… y siempre que hablábamos me ponía
ese horrible emoticono de una cara guiñando un ojo.
El hombre dio un golpe sobre la mesa.
-¡Cuánto daño ha hecho ese maldito emoticono!
-Pero la cosa no terminó allí. De golpe todo lo que tenía era marca
Apple: el móvil, el portátil, el televisor, ¡Incluso sus zapatillas tenían el
dibujo de una manzana mordida! Era obvio que estaba pintada por él, pero él
decía que eran autenticas y que incluso se andaba mejor con ellas y no con la
“mierda de la competencia”. Aún así soporté todo eso, incluso soporté el día
que salió de casa con las gafas al revés, pero hace poco llegó la gota que
colmó el vaso. Hice caso a una de las recomendaciones que me dijo y empecé a
ver Perdidos. Lo cierto es que me
gustaba bastante y me enganché a ella y así se lo dije en un mensaje y mire que
me respondió.
Julia sacó su móvil y se lo mostró al hombre.
¡Ves, te lo dije! ¿Has llegado
ya a la parte en que muere Charlie sacrificándose por el bien del grupo y se
descubre que los flashbacks en realidad son flashforwards sobre el futuro de
los personajes que han conseguido salir de la Isla? Qué locura, ¿eh? ;)
-¡NO HABÍA LLEGADO A ESA PARTEEEEE!- gritó entre sollozos.
El hombre de la gabardina se levantó y caminó hasta la ventana que
tenía detrás.
-Cuando un hombre se pone unas gafas sin cristales elige un camino sin
retorno. Las autoridades sólo se preocupan de los spoilers, pero no se dan
cuenta del enorme daño que están haciendo está gente a la sociedad.
-Necesito que pare. Tengo miedo de que vaya a peor.
El hombre se giró y la miró directamente a los ojos.
-Oh, sí. Créame cuando le digo que se va a poner peor, mucho peor.
Dentro de poco empezará a decir que sólo quiere vestir con cosas hechas a mano,
a utilizar cada vez más palabras en inglés o a vestir camisas de leñador.
Julia empezó a llorar.
-Tranquila, yo la ayudaré.- se lo dijo posándole una mano en el
hombro. –Lo único que necesitaré es el correo electrónico de ese
desequilibrado.
-¿Qué le hará?
-Lo necesario para detenerle. Julia, eso no se trata únicamente de su
seguridad. No quiero imaginar la de personas que también están siendo víctimas
de ese depravado destripa finales.
Julia asintió y escribió la dirección electrónica que le había pedido
en un papel que le entregó Rebeca. Se levantó de la silla y se lo dio al
hombre.
-¿Cuánto le debo?
-Normalmente pediría 500, pero con usted me contentaré con una cena.
Aquello la cogió de improviso. Lo miró a los ojos y volvió a darle
escalofríos aquella espantosa cicatriz. Aún así accedió. Rebeca la acompañó
nuevamente por aquel pasillo de regreso a la tercera planta para abandonar
aquella dimensión desconocida.
El Asesino de Spoilers mientras tanto se servía una copa de whisky.
Pensó en aquel hipster y en cual debía ser su respuesta. Pensó también en Julia
y en cómo le recordaba a un fantasma de hacía veinte años que no podía
enterrar. Pasó los dedos por la cicatriz. Aquel hipster moriría.
Eran las nueve de la noche, llegaba a casa del trabajo. Se quitó su
bufanda hecha a mano y fue corriendo hacia su portátil. Lo abrió a poco a poco,
con suma delicadeza. No soportaba tratar con brusquedad sus aparatos
electrónicos, ni tampoco mancharlos, y mucho menos si eran Apple. Mientras el
ordenador se encendía fue a prepararse algo de comer en la cocina. No le
gustaba tener que recalentarse comida del día anterior, pero no tenía nada más
así que no le quedaba ningún remedio que ceder. Mientras encendía el microondas
le llegó el aviso desde su portátil anunciándole que tenía nuevo correo en su
buzón de entrada. Pensó inmediatamente en Julia. Era raro que le enviara un mensaje por su correo electrónico, pero
como hacía bastantes días que no le respondía sus mensajes seguro que era para
disculparse.
Llegó delante de su portátil y abrió el mensaje, no era de Julia, era
de una dirección desconocida y ponía como asunto “Con amor y desprecio”. El
mensaje comenzaba con un “estimado cretino” y lo que leyó en él fue el peor de
todos los horrores. Había escritos los nombres de todos los personajes que iban
a morir en las series que estaba viendo, también el final de sus libros, de las
películas que había visto y tenía pensado ver, incluso aquellas que aún estaban
en cartelera. Aquel mensaje era una orgía sin límite de spoilers. Gritó, pero
por alguna razón no podía dejar de leer, se alejó de la pantalla, pero sus ojos
seguían mirando, ¿y si era todo mentira? Pero estaba todo explicado con
detalle, y parecía cierto. Cerró el portátil con brusquedad, se tapó la cara
con las manos y empezó a respirar cada vez más rápido. ¿Que acababa de pasar?
¿Qué cojones había sido eso? Pero en su cabeza no paraban de zumbar por su
mente todos aquellos personajes que ahora sabía que morirían, aquellos que
tanto quería y tanto odiaba, y de esas formas… ¿Y esos finales? ¿Y esos giros
de guión inesperados? Tenía demasiada información en la cabeza. Se levantó y
empezó a dar vueltas por el piso, pero nada podía relajarlo. Su cabeza iba a
estallar. Sin darse cuenta había empezado a llorar. Y de golpe pensó en la
persona que se lo había mandado. No conocía a nadie tan depravado capaz de
cometer una atrocidad como aquella. Volvió a sentarse y abrió de nuevo el
portátil. El mensaje seguía allí, con todos esos spoilers escritos en rojo para
que no pudiera evitar verlos. Bajó aquel mensaje hasta llegar al final y lo que
leyó le dejó paralizado:
PD: Todo el mundo sabe que
cuando te llevas el portátil al Starbucks para escribir en realidad juegas al
buscaminas, capullo ;)
Atentamente:
El Asesino de Spoilers.
El pánico se apoderó de él y empezó a chillar de forma incontrolable.
Su puño se movió de forma instintiva y fue a estrellarse contra la pantalla de
su portátil que salió volando por el comedor hasta romperse contra el suelo.
Cayó de rodillas. El corazón le latía a tanta velocidad que parecía que iba a
salírsele en cualquier momento, pero él ni siquiera lo percibía. Su mente
estaba tan colapsada que quedó en blanco para protegerse. Cayó hacia un lado,
viendo su portátil destrozado contra el suelo mientras las lágrimas y los mocos
le cubrían la cara. Se hizo un ovillo en el suelo y empezó a temblar.
El microondas hizo “cling” anunciando que su comida ya estaba lista.
El Asesino de Spoilers se encontraba mirando a través de la ventana
hacia el estanque del parque que había enfrente del edificio. Su despacho había
estado en silencio desde que Julia se marchó hacía ya una semana, pero sabía
que sería hoy cuando ella volvería. Había pensado mucho en lo que diría. El
restaurante no le preocupaba, conocía el ideal para cada ocasión, pero en su
caso… Fue a mirarse al espejo. En su caso dónde tenía que prestar más atención
era en las palabras.
“Las palabras serán lo único que podrán hacer que vea más allá de este
horrible rostro”- pensó.
Rebeca llamó a su puerta.
-Tal y como ha dicho, está aquí.
-Hazla pasar.
Julia entró en su despacho más nerviosa de lo que lo hizo la primera
vez.
-No he podido ponerme en contacto con él desde la última vez que
estuve aquí.
Por su tono de voz era difícil saber si estaba triste o feliz por aquello.
-Eso quiere decir que he hecho bien mi trabajo, ¿no?
-¿Qué le hizo?- preguntó asustada –Lo…
-Respóndame usted que creía que haría, o que quería que hiciera.
Julia no supo responder.
-La mayoría de personas que vienen aquí me piden que mate a las
personas que les han hecho daño. Algunos solamente quieren que les mande algún
spoiler, pero usted fue la única que no me pidió nada, sólo ayuda. Y eso hice.
A pesar de mi sobrenombre puede usted respirar tranquila, no he matado nunca a
nadie. Pero no espere noticias de su amigo a corto plazo. Por decirlo de alguna
forma… Tiene mucho en lo que pensar.
-Gracias.- dijo finalmente.
Julia abrió su bolso y sacó su cartera.
-¿Qué está haciendo? Ya le dije que no tenía que pagar.
Julia hizo una mueca y miró con recelo su cicatriz.
-Lo siento, pero no podré cenar con usted. Olvidé que tenía un
compromiso con un amigo. Vamos a ver la quinta temporada de Dexter.
El Asesino de Spoilers no se movió, no hizo ningún otro gesto a parte
de rechazar nuevamente el dinero de Julia. Le dijo que estaba todo bien y que
Rebeca la acompañaría a la salida.
Volvió a quedarse sumido en el silencio de su despacho. Se encendió un
cigarrillo.
Rebeca regresó al poco rato y le sonrió.
- Me sorprende lo bien que se lo ha tomado. No esperaba que fuese a
ser tan benevolente, creí que le diría algún spoiler.
El Asesino se rió. Dejó salir una nube de humo y le dijo:
-Hay veces en que desvelar el final puede ser un acto de misericordia.
No… Prefiero que disfrute esas cuatro últimas temporadas de incoherencia y
mediocridad.
-Es usted el hombre más retorcido que conozco.
-La vida es retorcida, Rebeca. Yo únicamente me adapto y sobrevivo.
Muy bueno, cada vez escribes mejor, es una mezcla entre cuento y novela negra. Con chiste final de Dexter.
ResponderEliminarJajajaja, muy bueno. Un gato con una pipa!
ResponderEliminarSabía que usarías Lost para el spoiler xD