lunes, 20 de junio de 2011

Tomarse un respiro

Ayer por la noche volví a casa después de pasar tres grandes días con mis amigos en Castellón, en una masía del abuelo de uno de ellos en la que ya no vive nadie. No era la primera vez que lo hacíamos, en realidad fue la tercera. Recomiendo a todo el mundo que lo haga, al menos una vez al año. No es solamente por las fiestas con muchísimo alcohol sin ningún tipo de control y poder tener una casa enorme para vosotros solos haciendo lo que os de la gana, es por todo eso y sobretodo para desengancharse de la vida cotidiana. Olvidarse durante unos días de todas esas cosas, pequeñas y grandes, que no nos dejan vivir tranquilos, desengancharse también de las tecnologías (ordenador, móvil, consola, tele, lo que sea) e incluso de lo que está sucediendo en el mundo: olvidarse de la política, de las tensiones sociales, de los desastres naturales, de las religiones tocapelotas. Es dejar de vivir durante unos días tu vida, hacer una pequeña elipsis, un paréntesis, y reír y disfrutar con amigos.
Es mano da santo, os lo garantizo. Una vez ahí no entiendes porque necesitas todo lo que tienes en tu vida, cuando realmente con lo que te diviertes es con eso. Le da a uno muchas cosas en que pensar, es una forma de organizar ideas. Acabas volviendo físicamente destrozado, pero mentalmente recargado, con un montón de decisiones tomadas listas para poner en practica. Quizás yo este año no lo necesitaba tanto como otros, puesto que este año la vida me ha tratado bastante bien, aunque siempre hay cosas..., pero siempre va bien, además de que tenía ganas de hacer una limpieza en el disco duro: olvidar todas las tonterías que había aprendido en la uni para dejar sitio a lo nuevo.
Pero lo que más me ha sorprendido del viaje, ha sido la diferencia con Barcelona. Fuimos de fiesta a Benicassim, ciertamente las chicas son mucho más abiertas que en bcn, aunque eso tampoco es muy difícil porque en bcn son rancias a matar. La policía es amable (no voy a decir "más amable", porque en bcn los policías directamente desconocen que es esa palabra) y en las discotecas hay un descontrol tan grande que puedes entrar tranquilamente sin pagar. Pero lo que me dejó roto, fueron los mil cubatas que había desperdigados por todo el local, cubatas enteros, abandonados por todas partes (sin exagerar), y claro podéis imaginaros lo que fue para mi no coger cada uno de ellos, eso en bcn es como si te tocara la lotería cuando vas de fiesta. Y encima cuando fuimos a pedir un cubata, la chica se equivocó al servirnos y ¡lo tiro y empezó a hacer otro desde el principio!
Os lo juro, anonadado me quedé. Esto donde yo voy te dan el cubata tal cual y si se te ocurre decirles que se han equivocado te dicen que no, que tu les habías pedido eso y te lo tienes que tragar.

En fin, tres días inolvidables, pero ahora toca volver a la vida de siempre.

1 comentario: